Muchas veces la gente no es consciente de los pequeños detalles que tenemos a nuestro alrededor, esos detalles que pasan desapercibidos y que muchas veces son los que nos llenan de felicidad. El simple hecho de sentarte en un banco a hablar con una amiga, o el hecho de tener todos los días a alguien al lado son mas que suficientes para darnos cuenta de que las pequeñas cosas son las importantes. No es comparable el tener un millón de privilegios, que en el fondo son prescindibles, como el ver sonreír a las personas que quieres, el poder compartir tus penas y alegrías, el pasarse horas y horas hablando con quien aprecias, el tener todos los días un plato de comida o simplemente el estar escribiendo esto ahora mismo. No nos damos cuenta de que la felicidad la tenemos al alcance de la mano, solamente mirando los pequeños detalles y sabiendo valorarlos, porque algún día puede que no los tengamos y entonces los echaremos en falta y pensaremos "yo era muy muy muy feliz", con poco, pero era feliz.