22 de abril de 2012
Me resultaba tan romántico, esa forma de estar mirándonos
“Lucha
por él. Tú le quieres”, eso era lo
sentía y, sin en cambio, lo negaba, quizás era por miedo a jugármela por él, de
entregarme sin saber si me haría daño. Supongo que el hecho de que me repitieran
tanto esa frase era porque se notaba, porque me levantaba con una sonrisa
deslumbrante que me duraba todo el día y me acostaba con esa misma sonrisa
tonta, no había un motivo en concreto, pero yo sonreía igual. Cuando no tenía ganas de comer a
ninguna hora, porque un cosquilleo recorría todo mi estómago hasta llegarme
a los pies, y me tumbaba en la cama mirando al techo, estaba vacío, pero yo lo
miraba igual. Cuando por las noches no podía dormir, y daba una y otra vez vueltas
en mi mismo eje esperando que la almohada me ayudase a dormir, pero entonces cerraba
los ojos, pensaba en él y recordaba el mismo recuerdo hasta cien veces. Porque
cuando discutíamos, sin darme cuenta comenzaba a llorar, pero yo, le seguía queriendo
igual y, seguiré queriéndole una y otra, y otra vez más… Eso era lo que él me dio,
y lo que yo esperaba darle siempre.
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